La música es lo único que queda: 126 años de cuba
La trayectoria histórica de Cuba está marcada por un complejo tejido de transformaciones en sus diferentes ámbitos. Desde su independencia en 1898 siendo de las últimas colonias restantes del imperio español, la isla ha atravesado un periodo caracterizado por un notable dinamismo económico, a menudo ensombrecido por desigualdades y gran cantidad de tensiones sociopolíticas.
Tras el fin del dominio español mediante la Guerra Hispano-Estadounidense, Cuba dejó atrás su estatus colonial para convertirse, en teoría, en una república soberana. Sin embargo, la ocupación militar de Estados Unidos (1898-1902) no solo trajo reformas significativas, sino también restricciones que limitaron su autonomía. La Enmienda Platt de 1901, integrada en la Constitución cubana, (más info aquí) fue un claro ejemplo de esta influencia: otorgaba a Estados Unidos el derecho de intervenir en asuntos internos y aseguraba su control sobre la estratégica base naval de Guantánamo.
A lo largo de las primeras décadas del siglo XX, podríamos decir que la economía cubana floreció gracias a la exportación de azúcar, dirigida principalmente al mercado estadounidense. Este auge fue respaldado por ciertas inversiones extranjeras que modernizaron la infraestructura y estimularon el comercio. No obstante, el crecimiento económico no logró traducirse en equidad social. Mientras que el sector azucarero generaba riqueza para unos pocos, gran parte de la población vivía en condiciones precarias, perpetuando una marcada brecha entre ricos y pobres.
Entre los años 30 y 50, La Habana adquirió fama internacional como un vibrante destino de lujo sustentado por tres pilares: la industria del juego, el turismo de alto nivel y el contrabando. La mafia, encabezada por figuras como Meyer Lansky, encontró en Cuba un terreno fértil para sus negocios, especialmente bajo la protección del régimen de Fulgencio Batista. Este líder político toleró e incluso fomentó actividades ilícitas a cambio de sustanciales beneficios económicos.
Pero este auge en sectores específicos no reflejaba lo que vivía la mayoría del pueblo cubano. Había muchas desigualdades y una excesiva dependencia extranjera. La riqueza que parecía desbordar en los casinos y hoteles de lujo contrastaba drásticamente con la realidad de la mayoría de los cubanos, cuya frustración se convirtió en el caldo de cultivo ideal para la Revolución de 1959.
Revolución que sale victoriosa y va a marcar un antes y un después en la historia de la isla, instaurando un modelo socialista que transformó profundamente toda estructura de esta isla del caribe. Bajo el liderazgo de Fidel Castro, quien asumió inicialmente el cargo de Primer Ministro, el nuevo gobierno se propuso reconfigurar las bases económicas de la nación consolidando un sistema de planificación centralizada.
Los primeros pasos a destacar fueron la nacionalización de sectores estratégicos como la industria, la banca y los recursos energéticos. Paralelamente, se llevó a cabo una ambiciosa reforma agraria que redistribuyó tierras, buscando reducir las disparidades en la propiedad e impulsar la autosuficiencia agrícola. Estas políticas también pusieron énfasis en mejorar los indicadores sociales.
Sin embargo, estas transformaciones internas no estuvieron exentas de desafíos en el plano internacional. La creciente hostilidad con Estados Unidos culminó en 1960 con la imposición de un embargo económico (más info aquí) que restringió significativamente el comercio y acceso a recursos clave. Este embargo se convirtió en un elemento estructural en las dificultades económicas que enfrentaría la isla en las décadas posteriores.
Seguimos avanzando en el tiempo y nos adentramos en plena Guerra Fría, donde Cuba se alinea con la Unión Soviética, que al final desempeña un papel crucial como aliado económico más que bélico. Gracias al apoyo soviético, la isla recibió recursos financieros, tecnológicos, comerciales... esenciales para sostener su modelo socialista. Pero claro esta dependencia ataría la estabilidad de la economía cubana a todos los vaivenes y fluctuaciones del bloque socialista, cuyas implicaciones se harían evidentes tras la caída de la URSS en 1991.
Esta situación, conocida como "Período Especial", inicia una crisis económica sin precedentes, y refleja lo que van a ser los próximos años.
La pérdida de subsidios soviéticos, que incluían petróleo y mercados preferenciales para el azúcar, derivó en una contracción económica severa. El gobierno cubano implementó medidas de emergencia, como la apertura limitada al turismo internacional o la legalización del dólar intentando paliar la escasez.
Sin embargo, la realidad va más allá. Las calles de lo que fue una luminosa Habana a mediados de siglo son hoy un simple espejo de una ciudad en decadencia, sin alma, donde solo quedan los locales esperando el milagro. Un turismo cómo principal fuente de ingreso y que desde la Covid-19 se vio bastante afectado, tan solo queda esperar que bajo los cálidos rayos de sol caribeños consigan recomponerse poco a poco, y no nos encontremos el nuevo Haití.
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